Jim lo escribió con sangre
hay que apagar las luces
cuando la música termine
el problema es que me arrastro por las calles de la ciudad
a eso de la una-una y media de la madrugada y veo
toda esta corriente de energía eléctrica mal llamada juventud
como la estatua de mármol de una diosa griega, inmóvil
hundiéndose en la arena de la playa al amanecer
la celebración no dura lo suficiente para que prenda todo el combustible
y las energías se derrochan en juegos sucios de callejón
y en alcohol barato de la esquina
pero, tranquilo
la poesía sirve para hacer titulares de deportes
o para premios donde se premie al más premiado
o para hablar de hojas tristes que caen por mi ventana en una tarde de otoño
o para leer algo y cagarnos en los pantalones de lo sensibles que somos
eso sí
el problema es que la música termina tan temprano
que si Jim lo escuchara, si Jim viera en qué se ha convertido su ejército
volvería a recostarse en su finca de Père Lachaise pensando
en cómo se lo montaría
para poder hacerlo mejor la próxima vez
Kurt cargaría la escopeta de nuevo
y yo a por mi six pack
en esta noche de cerveza, calor y tranquila soledad