cuando la noche es
-más que noche- el final de todo,
el miedo es una red que cae encima de tu cabeza y de
tus hombros
cuando el paseo a la luz de las infernales farolas de la calle
como único testigo, es el anticipo de una existencia que
ya está comenzando a caducar, a perder hojas
-pero le volverán
a crecer, eso seguro-
todo pierde sentido, y la luna es más roja y parece que sangra
y los ángeles son seres oscuros con alma de demonios,
y no tiene sentido ni lógica las matemáticas,
la física o las leyes del Tiempo
todo es una fría celda de hierro cerrado y metal oxidado, pesadilla
no hay nada más allá de este momento,
como un corredor de la muerte
no habrá mañana, ni después, ni luego
solamente, ausencia y, eso que dicen los ateológos
la oscuridad,
la oscuridad y el silencio eternos
no nos hablamos, para no darle alas al miedo
para no acelerar más el coche de James Dean
para no ver otra vez,
que a Rick y a Ilsa siempre les quedará lo de siempre
para no escuchar que Peter finalmente creció y se fue
y los niños se quedaron solos